21 de abril, Jornada de Vocaciones Nativas
Vocaciones Nativas, signo de vida
El 21 de abril de 2024, Domingo del Buen Pastor, la Iglesia celebra dos Jornadas vocacionales. Primero nos invita a rezar por las vocaciones, con la celebración de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Además, para ayudar a las que nacen en los territorios de misión, celebramos ese mismo 21 de abril la Jornada de Vocaciones Nativas. Son el mejor legado que los misioneros pueden dejar en la misión, ya que asumen su relevo y representan el futuro de la Iglesia allí.
La colecta que recogemos en nuestras parroquias y comunidades en la Jornada de Vocaciones Nativas es especialmente importante para el futuro de la misión. Con ella se sostienen los estudios de todos los seminaristas de los territorios de misión de la Iglesia, que son más de 83.000. Además de sustentar a sus formadores, que son más de 2.000, y las casas de formación donde viven, que son más de 725. Sin los donativos procedentes de la Jornada de Vocaciones Nativas, estos seminarios no podrías subsistir.
Por poner un ejemplo de lo que suponen estas ayudas, vamos a contemplar la evolución de la Iglesia y, en concreto, de las vocaciones nativas en Costa de Marfil. Los misioneros no lo tuvieron fácil. Tras dos intentos fracasados en el siglo XVII, en 1895 comenzó propiamente la evangelización, de la mano de dos sacerdotes de la Sociedad de Misiones Africanas (SMA): fueron los padres Alexandre Hamard y Emile Bonhomme. Pronto se bautizaron 43 personas: la semilla estaba plantada.
Hace 40 años había 153 sacerdotes diocesanos marfileños, hoy hay 1.573.
Actualmente en el país hay 756 seminaristas.
Este crecimiento vocacional es desconocido en Europa y no podría darse en África si no fuera por la ayuda de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, promotora de la Jornada de Vocaciones Nativas, que les ha apoyado cada año y seguirá apoyándoles, para que la Iglesia local siga arraigando y creciendo. La Iglesia en Costa de Marfil recibe cada año alrededor de 350.000 euros, fruto de las donaciones que muchas personas buenas entregan a las Obras Misionales Pontificias. Gracias a esta ayuda, el Evangelio arraiga cada año con más fuerza allí. Ellos mismos nos lo cuentan en este breve, pero emocionante vídeo:
Hna. Beatriz Liaño